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The Autist, Manseos

jueves, 21 de agosto de 2008

The Last King of Scotland: Exquisito Ejercicio de Bune Cine de Ficción Documentalista

Reseña y Crítica: The Autist, Manseos. Calificación: 8.5/10

La primera impresión que causa The Last King of Scotland, teniendo en cuenta que su argumento se basa en hechos de la vida real, es la acertada sensación de encontrarnos ante una pieza documental muy bien lograda y si nos remitimos a la filmografía de su director Kevin Macdonald, ganador de un Premio Oscar por el documental One Day in September (1999), no cabe duda que este filme no se aleja del género y es evidente que este sabio enfoque es uno de sus mayores aciertos. Esta es una película independiente realizada a partir de la concepción documentalista de su director, quien nos presenta un texto real basado en la novela de Giles Foden del mismo título, y que narra el ascenso al poder del Teniente Coronel Idi Amin, quien a través de un golpe de estado asume el poder en Uganda inicialmente de la mano del gobierno británico, y estableciendo posteriormente por iniciativa propia un régimen de terror y política genocida entre 1971 y 1979.

El guión está centrado en un período de la vida del joven escocés Nicholas Garrigan, quien luego de graduarse como médico en su país de origen, decide alejarse de la sombra de su padre, de igual profesión; de los convencionalismos propios de la sociedad aristócrata escocesa; y de la vida rutinaria que seguramente le espera.

De esta forma opta por dejar al azar la selección del paraje al que desea ir a disfrutar de una vida libre, desinhibida y rebelde, pero siempre pensando poner al servicio sus conocimientos y contribuir con el desarrollo del lugar que lo acoja. Su viaje parece en un principio ofrecerle precisamente lo que estaba buscando, pues llega a un país en el que se respiran aires de cambios, alegría y desarrollo; donde se pueden apreciar el colorido y la calidad de su gente, inmersa en la cotidianidad de su mundo, apartados de la civilización pero llenos de infinidad de bondades humanas. Un repentino accidente lo llevará a conocer al recién ascendido – forzosamente, pero a gusto popular – Idi Amin, quien inicialmente desconfiado se deja seducir por el arrogante y osado carácter del joven médico, acertando descubrir a una persona de actitud fuerte y honesta, a quien invitará luego a convertirse en su doctor particular. Es así como Nicholas, llega a los círculos presidenciales y no tardará en convertirse en la persona más cercana y de mayor confianza del presidente, sin imaginar que su aventura profesional lo llevará a caminar por los oscuros tramos de la dictadura y el régimen autoritarista de su jefe, convirtiéndose de paso y sin saberlo, en cómplice de infinidad de crímenes de lesa humanidad que lo sacudirán moralmente.

Y en ese viaje moral nos embarcamos todos los espectadores al descubrir una historia universal, de esas en las que fácilmente se puede reflejar cualquier persona y en el tipo de situaciones a las que se hallaría subyugado cualquier gobierno del mundo y la sociedad que rige, más aun teniendo en cuenta la política mundial actual. Ese es otro de los grandes aciertos de este film, donde la cámara como nuestra mirada, nos permite enfocar detalles casi imperceptibles y que nos ayudan en la conceptualización de cada hecho; en la apreciación de gestos y ademanes de los personajes que nos sumergen en sus universos, logrando con ello descubrir aspectos importantes y trascendentales de su personalidad y que serán claves en el desarrollo de la trama. El guión es exquisitamente visual y de ritmo trepidante en continuo ascenso, y gracias a ello la labor de fotografía es impactante, realista y poderosamente contextualizadora; cada plano es un narrador independiente y lo suficientemente elocuente para contarnos algo, por mínimo que sea, de la historia y sus personajes, pero que además funcionan espléndidamente en conjunto para presentarnos una serie de hechos que como cuenta gotas podrá ir llenando poco a poco hasta desbordar por completo en una demoledora pieza dramática.

El realismo de su historia; lo hechos narrados y personajes presentados de manera creíble y verosímiles; los contrastes entre la opulencia presidencial y sus excentricidades, sumados a la pobreza del pueblo ugandés – no miseria, como suelen presentar a los países africanos -; y la problemática generalizada del gobierno, se unen con fluidez a las aventuras y desventuras de Nicholas, ganando fácilmente la atención del espectador y poniendo ante nuestros ojos una serie de situaciones aparentemente intranscendentes pero cautivantes y catalizadores de la tensión que minuto a minuto aumenta. El otro factor a favor en este filme es su elenco, fresco y de gran calidad actoral, a la cabeza de Forest Whitaker (Oscar al Mejor Actor 2007, por este personaje), quien interpreta de manera magistral y con profunda convicción a Idi Amin, un personaje visceral, fuerte, por momentos demente e incluso simpático, instintivo e inteligente, a la vez ambiguo y carismático; por otro lado, James McAvoy, encargado de dar vida al doctor Nicholas Garrigan, logrando con ello un trabajo impecable, capaz de transmitir acertadamente sus temores, alegrías, triunfos, aventuras y fracasos, ganándose con ello a crítica y público; acompañados de no menos meritorios actores de reparto que realizan una gran labor en escena: Gillian Anderson, Kerry Washington, Simon McBurney, David Oyelowo, entre otros.

Un poderoso thriller de intriga política que ahonda en lo más profundo de las fibras humanas y de manera más que correcta se gana por completo nuestra atención, convirtiéndose en un film acertado, interesante y de revisión necesaria y enriquecedora, como documento real o como argumento de ficción.

Título en Español: El Último Rey de Escocia
Dirección: Kevin Macdonald
Guión: Peter Morgan y Jeremy Brock, basado en la novela homónima de Giles Foden
Año: 2006